Los tumores genitourinarios son aquellos que afectan los órganos genitales y urinarios o sus funciones. Esto incluye los cánceres de riñón, vejiga, próstata, pene, testículos y uretra.
Algunas de estas enfermedades son poco frecuentes, como el cáncer de testículo, sin embargo, otras son más comunes. Por ejemplo, el cáncer de próstata es la causa principal de muerte por cáncer en los hombres. El cáncer de riñón también se encuentra entre los 10 tipos de cáncer más comunes tanto en hombres como en mujeres.
Cáncer de Próstata
Se denomina cáncer de próstata al que se desarrolla en uno de los órganos glandulares del sistema reproductor masculino llamado próstata. El cáncer se produce cuando algunas células prostáticas mutan y comienzan a multiplicarse descontroladamente. Estas también podrían propagarse desde la próstata a otras partes del cuerpo, especialmente los huesos y los ganglios linfáticos originando una metástasis. Esta afección puede causar dolor, micción dificultosa, disfunción eréctil, entre otros síntomas.
La enfermedad se desarrolla más frecuentemente en individuos mayores de 50 años. Es el segundo tipo de cáncer más común en hombres. Sin embargo, muchos hombres que desarrollan cáncer de próstata nunca tienen síntomas, ni son sometidos a terapia. Diversos factores, incluyendo la genética y la dieta, han sido implicados en su desarrollo, pero hasta la fecha (2005), las modalidades de prevención primaria conocidas son insuficientes para eliminar el riesgo de contraer la enfermedad.
En un estudio de la Universidad de Islandia llevado a cabo durante cinco años, se determinó que los trastornos del sueño pueden tener una influencia en el padecimiento de la enfermedad, aunque no probaron relaciones del tipo causa – efecto. De acuerdo al estudio, los hombres con trastornos de sueño tienen una propensión de hasta el doble de probabilidad de desarrollar la enfermedad en comparación a aquellos hombres sin los mismos trastornos.
La detección se lleva a cabo principalmente por la prueba en sangre del antígeno prostático específico, llamado PSA (acrónimo inglés de prostate-specific antigen) o por exploración física de la glándula prostática (tacto rectal). Los resultados sospechosos típicamente dan lugar a la posterior extracción de una muestra tisular de la próstata (biopsia), que es examinada en microscopio.
El tratamiento puede incluir cirugía, radioterapia, quimioterapia, o bien una combinación de todas. La edad y el estado de salud general del afectado, tanto como el alcance de la diseminación, la apariencia de los tejidos examinados al microscopio y la respuesta del cáncer al tratamiento inicial, son vitales en la determinación del resultado terapéutico.
Cáncer de Vejiga
El cáncer de vejiga es un tipo de tumor maligno que aparece en la vejiga urinaria. Los principales factores para el desarrollo del cáncer de vejiga incluyen productos químicos específicos, que se encuentran fundamentalmente en el humo de los cigarrillos. En los países del Tercer Mundo, ciertas infecciones parasitarias.
El tratamiento del cáncer vesical gira en función de la extensión del mismo, generalmente se resuelve con quimioterapia, la remoción de la vejiga o la quimioterapia sistémica. Se distinguen el cáncer superficial de vejiga del cáncer invasivo. Si el cáncer sigue siendo superficial, suele cursar con un buen pronóstico, mientras que el cáncer invasivo de la vejiga es mucho más grave y requiere tratamiento agresivo. Cuando la enfermedad se asocia con la amplia presencia de metástasis ya no es posible la curación del paciente.
El interior de la vejiga está revestido con las células de transición que son responsables de la mayoría de los cánceres de la vejiga. La progresión depende en gran medida de la agresividad del tumor. La edad avanzada y las enfermedades coexistentes se asocian a tasas más altas de mortalidad por cualquier causa.
Carcinoma renal
El carcinoma de células renales es la forma más frecuente de cáncer de riñón, especialmente en adultos, originado de los túbulos renales. El tratamiento inicial es quirúrgico pues tiene la peculiaridad de ser consistentemente resistente a la radioterapia y la quimioterapia, aunque algunos casos han respondido favorablemente a la inmunoterapia. El advenimiento de terapias antitumorales dirigidas, tales como sunitinib, temsirolimus, bevacizumab y sorafenib, ha mejorado las pautas de tratamiento para esta enfermedad.
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